miércoles, 29 de febrero de 2012

Así era el extraño planeta arbolado de la era de los dinosaurios

El mapa forestal del mundo remoto muestra un cambio de vegetación y clima


Muestra de madera fósil encontrada en la Antártida en la que se aprecian los anillos de crecimiento anual. / HOWARD FALCON-LANG



El mundo perdido de los dinosaurios estaba dominado, sobre todo los tórridos trópicos, por bosques de araucarias (un tipo de árbol ahora considerado fósil viviente), cipreses en las latitudes medias y pinos alrededor del polo Norte. Pero el planeta cambió y, antes de que se extinguieran aquellos animales que habían dominado la Tierra, se extendieron los árboles del tipo del magnolio, es decir, árboles con flores. Unos investigadores han logrado hacer un mapa forestal de todo el planeta tal y como era hace unos 100 millones de años, con un calentamiento climático importante, una concentración de CO2 en la atmósfera tres veces superior a la actual y una distribución de los continentes que cuesta un poco reconocer. Aquel mundo resultaría muy extraño y no solo por la fauna, por los dinosaurios. La temperatura media era de unos 10 grados centígrados superior a la actual.


“El clima de la Tierra era muy cálido hace 100 millones de años y los bosques se extendían en un continuo entre los polos Norte y Sur; lo que hemos hecho en este estudio es el primer mapa realista de aquellos bosques”, ha explicado a EL PAÍS Howard Falcon-Lang, investigador de la Universidad de Londres y coautor del trabajo, junto con su estudiante de doctorado Emiliano Peralta-Medina. “Justo antes de la desaparición de los dinosaurios la composición de los bosques cambió y pasaron de estar dominados por las coníferas a estarlo por los árboles con flores”, añade. “La verdad es que el entorno cambió y se extendieron los árboles con flores llenando el mundo por primera vez de color y de olor”.

El destino de los que habían sido los dominadores del planeta no es el objetivo de esta investigación, publicada en la revista Geology (de la Sociedad Geológica Americana, EE UU), pero es útil para conocer mejor “los hábitats en los que vivieron y su distribución y ecología”, añade el investigador británico por correo electrónico.

“Este mapa puede ayudar a correlacionar las diversas formas de dinosaurios y la diferenciación latitudinal de los bosques; sabemos que hay cambios en la fauna de dinosaurios herbívoros en ese periodo —que son los que mejor conocemos— y, probablemente, están relacionados con este cambio botánico”, añade el paleontólogo español y experto en dinosaurios José Luis Sanz, de la Universidad Autónoma de Madrid.


Los anillos indican que el crecimiento de los árboles era el doble del actual

Además de estudiar la distribución planetaria de los árboles (analizando datos de restos fósiles leñosos de 2.238 registros de 497 localidades en 73 países), Falcon-Lang y Peralta-Medina han estudiado los anillos de aquellos árboles del pasado para conocer su tasa de crecimiento anual y han descubierto que en el Cretácico (hace entre 145 y 65 millones de años) era casi el doble que la tasa de los árboles actuales. Ese crecimiento era especialmente alto cerca de los polos. “Algunos de los árboles fósiles de la Antártida tenían anillos de más de dos milímetros de grosor, como media; esa tasa de crecimiento normalmente solo se observa en los árboles que crecen en climas templados y nos indica que, durante la era de los dinosaurios, las regiones polares tenían un clima similar al británico de hoy”, señala Falcon-Lang.

La verdad es que gran parte de la tierra emergida entonces no estaba donde está ahora, por eso el mapamundi de aquella época resulta desconcertante. La deriva continental cambia las masas de tierra de lugar y configuración a lo largo del tiempo y esto tiene mucho que ver con el clima tórrido de aquella era cumbre de los dinosaurios. La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera era mil partes por millón (ppm), frente a las 393 ppm actuales.

“Los niveles eran altos porque entonces se estaba abriendo el océano Atlántico; había muchas erupciones volcánicas que emitían CO2 a la atmósfera”, añade el investigador de la Universidad de Londres. “Como consecuencia, el efecto invernadero y el calentamiento global eran extremos”. Ahora, si la concentración de CO2 sigue aumentando de modo imparable, se alcanzarán los niveles del Cretácico en menos de 250 años, y entonces es posible que vuelvan los bosques a la Antártida, el continente sin árboles, consideran los investigadores.


Las coníferas retrocedieron y dieron paso a especies con flores

Falcon-Lang y Peralta-Medina recuerdan en su artículo resultados de investigaciones previas: en aquel mundo cálido los casquetes polares estaban en su mínimo tamaño; los bosques templados se extendían hacia los polos y el ciclo hidrológico del planeta estaba acelerado. Lo que ellos se han planteado en su trabajo es conocer los patrones de distribución de bosques en la Tierra y el impacto de la propagación de las plantas con flores (angiospermas), y averiguar hasta qué punto quedaron establecidos entonces los patrones geobiológicos modernos.

Las coníferas (araucarias, podocarpos, cipreses y pinoides) que habían sido dominantes empezaron a declinar durante el final del Cretácico sufriendo una drástica reducción, sobre todo las araucarias; paralelamente a la extensión de las plantas con flores, que pasaron de un 32% a un 78% del total.

¿Tendría esto que ver con la desaparición de los dinosaurios? “Este cambio de las coníferas a los árboles con flores sucedió justo antes de la extinción de los dinosaurios, unos 15 millones de años antes, pero es posible que el cambio en los hábitats forestales tuviera alguna relación con la extinción”, apunta Falcon-Lang.

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