miércoles, 22 de febrero de 2012

EE UU y México se reparten la explotación del golfo de México

El acuerdo amplía en más de 607.000 hectáreas la zona de búsqueda de crudo y gas natural

Ambos países podrán supervisar las medidas de seguridad en las plataformas petrolíferas del otro

Un barco trata de contener el vertido de BP en el Golfo de México en 2009.
Estados Unidos y México han firmado esta semana un acuerdo que permitirá ampliar las zonas susceptibles de exploración de crudo y gas natural en el golfo de México en más de 607.000 hectáreas, y que otorgará a cada país la potestad de supervisar las medidas de seguridad en las plataformas petrolíferas del otro, en un intento de evitar accidentes como el de 2009 en las costas de Luisiana, que ocasionó el vertido de 4,9 millones de barriles de petróleo al océano.

“Es un esquema que se ha adoptado en todo el mundo, en casos similares, y que contempla que cualquier yacimiento que se considere como transfronterizo se explote coordinadamente entre los dos países, y que, obviamente, los recursos que se obtengan de esa explotación se repartan con base, precisamente, a un acuerdo que refleje lo que le corresponde a cada quien”, dijo el lunes, en la firma del acuerdo en Los Cabos, el presidente mexicano, Felipe Calderón. “Con esto, se termina el viejo temor que, honestamente, existía entre muchos mexicanos, de que el petróleo de México fuera extraído unilateralmente desde el otro lado de la frontera”.

Los expresidentes de ambas naciones Bill Clinton y Ernesto Zedillo firmaron en 2000 un acuerdo para delimitar las líneas fronterizas de explotación en las aguas occidentales del golfo de México. Las orientales aún están pendientes de delimitación oficial, dado que el régimen cubano también tiene parte en ellas. Según el Convenio de la ONU sobre el Derecho Marítimo, de 1982, cada nación puede reclamar una zona de explotación económica exclusiva de 200 millas (307,4 kilómetros) desde su línea de costa.


Estas aguas son de las más ricas en crudo del planeta

Las aguas del golfo de México son de las más ricas en crudo del planeta. Ahora, el nuevo tratado, bautizado como el Acuerdo México-EE UU Relativo a Yacimientos Transfronterizos de Hidrocarburos en el Golfo de México, deberá ser ratificado por los poderes legislativos de ambas naciones. El acuerdo detalla las directrices de explotación de cada nación, tanto por separado como de forma coordinada en aquellos yacimientos que se expandan a ambos lados de la frontera delimitada entre ambos países. Hay en la parte occidental del Golfo un área de 1,7 millones de hectáreas en la que se sobreponen las zonas legítimas de explotación de México y EE UU.

“Estos yacimientos podrían contener reservas considerables que beneficiarían tanto a México como a EE UU, pero no necesariamente se dividen de manera ordenada en la frontera marítima, lo cual podría dar raíz a disputas”, dijo en la firma del tratado la Secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton. “Si hay un yacimiento que se encuentre en ambos lados de la frontera marítima esto hubiera suscitado disputas sobre quién debe realizar la extracción o cuánto extraer. Este acuerdo, firmado hoy, ayuda a prevenir estas disputas”.



Este acuerdo, firmado hoy, ayuda a prevenir estas disputas”, dice Clinton

La Constitución de México, de 1917, prohíbe la participación de empresas privadas o extranjeras en la perforación de sus yacimientos de crudo o gas natural. Según el profesor Jorge Piñón, expresidente de la petrolera Amoco Oil en América Latina e investigador en la Universidad de Tejas, este acuerdo entre ambos Gobiernos puede abrir la puerta a una modificación de la carta magna mexicana.

“Yo lo veo como un posible caballo de Troya”, explica Piñón en conversación telefónica. “Puede abrir la vía a ese cambio constitucional, porque de momento, solo la empresa gubernamental Pemex puede explotar, por ley, esos yacimientos en territorio mexicano. Si ahora se abre una vía de colaboración con EE UU, puede ser un primer paso a un cambio mucho más amplio. Y eso es importante no solo para empresas privadas en México o para empresas norteamericanas, sino también para la española Repsol”. Pemex tiene un 9,9% de acciones en Repsol YPF. Esta empresa ha comenzado recientemente labores de perforación en aguas cubanas.

El último año del que hay cifras completas, 2010, EE UU importó 1,2 millones de barriles de petróleo diarios de México. Es el segundo país en volumen de exportaciones a EE UU, por debajo solo de Canadá, que le vendió 2,5 millones de barriles diarios. Washington no oculta su voluntad de importar más de esos dos países, para depender menos de otros suministradores como Arabia Saudí o Venezuela.

México es el séptimo productor mundial de petróleo. En ese país, el sector depende totalmente de un monopolio estatal, lo que ha provocado que Pemex solo haya explotado una veintena de yacimientos en sus aguas territoriales del Golfo. México calcula que en ese área se podrían llegar a extraer más de 29.000 millones de barriles de crudo, para consumo interno y para exportación.

Los grupos ecologistas norteamericanos critican que una gran parte de esas 607.000 hectáreas abiertas ahora a explotación comercial se hallen en zonas habituales de paso de huracanes, con el riesgo de vertidos, y que en la parte mexicana sea Pemex la que se vaya a encargar de perforaciones de elevada profundidad (a 10.000 pies, 3 kilómetros), sin tener experiencia en ello. Esa empresa se dispone estos días a perforar un pozo a 9.500 pies (2,8 kilómetros) de profundidad, a solo 35 kilómetros al sur de la frontera con Tejas.

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